jueves, 14 de mayo de 2015

acá vamos de nuevo

Entonces, después de una exhaustiva lectura y revisión de material audiovisual, nuevamente intento responder a ¿qué es la literatura infantil?. En la entrada anterior de este blog, hice un acercamiento muy somero a una probable definición, sin embargo, ahora tengo la posibilidad de profundizar un poco más en la reflexión, siempre considerando la nueva información adquirida.

Anteriormente intenté una definición centrada en el concepto infantil, dejando completamente de lado lo principal, que es la idea de literatura. ¡Qué falta de cuidado fue olvidarlo o no darle la importancia que merece! Ese debió ser el punto de partida de la reflexión desde un primer momento… Rebobinemos…

La literatura es en sí misma un arte, una manifestación de una visión personal acerca del mundo interno y/o externo de un determinado autor por medio de recursos estéticos. Esto último es fundamental ya que, por definición y en espíritu, correspondería a una forma de acceder al conocimiento del mundo desde una mirada completamente diferente a la que propone la intelectualidad.

Lo anterior, es realmente similar a lo expuesto por Liliana Bodoc en su texto “La literatura como discurso artístico” en el que hace alusión a que el pensamiento poético (literario, si se quiere) es previo a la escritura poética, es decir, es una forma particular de ver y entender el mundo, lo que después de un proceso de reflexión, concreción y edición pasa a un soporte de registro que, a su vez, significará el acceso a la lectura para muchas personas.

Este tipo de pensamiento me parece sumamente interesante ya que otorga a la literatura un valor en sí misma, no se considera una mera forma de acceder al conocimiento, sino que la presenta como una lógica distinta, alejada de la racionalidad.

Pero volvamos al adjetivo infantil… ¿cuál es la diferencia entre la literatura para adultos y aquella dirigida a los niños? Resulta muy complejo encontrar una respuesta, mas si tomamos en cuenta lo que señala Joel Franz Rosell acerca de que “la literatura infantil es ante todo creación estética” y que “toda obra maestra de la literatura infantil es el resultado de un descubrimiento, de una invención, de una revelación, de un compromiso del espíritu del autor (…) con las esencias y posibilidades de lo humano”, nos damos cuenta de que la diferencia radical se encuentra en la edad de los receptores y, a partir de ello, las capacidades de comprensión de un texto y los elementos de la propia experiencia que permitan tal o cual interpretación del mismo.

En ese sentido, vale la pena retomar parte de la entrevista a Gemma Lluch en la que nos señala que la literatura infantil corresponde a los productos “pensados o comercializados o editados en colecciones dirigidas principalmente a un público infantil y juvenil”.

A mi juicio, no merece más vueltas la respuesta a la pregunta planteada, más bien hay que enfocarse en otra pregunta que haga referencia directa a la función y utilización real de la literatura a nivel de escuela o institucionalidad, pero también socialmente, de forma espontánea, en las mismas familias incluso. Así, me parece que, considerando la naturaleza de la literatura, aquella de carácter infantil no debiera ser instrumentalizada en ningún caso, por parte de nadie, sin embargo, ¿es posible no instrumentalizar algún tipo de conocimiento o de arte cuando se trabaja en una institución o (inevitablemente) desde una cultura determinada?

Al parecer, mientras más aclaramos un punto, más se difuminan otros… mejor, todo ahora es material para la reflexión…

lunes, 20 de abril de 2015

la literatura infantil (?) y yo...

Hablar de literatura es, probablemente, una de las experiencias más reconfortantes y complejas de mi vida. Para ello se requiere una, como diría Pablo de Rokha, una “actitud de acuario”.

Para contextualizar, un poco de historia: el primer acercamiento consciente a la literatura fue cuando a los 6 años me operaron de apendicitis y, en la clínica, mi madre me leía “La espada en la piedra”, historia que a mí me daba mucho miedo, pero que aguanté estoicamente por un par de noches porque entendía las mejores intenciones de mi progenitora… pese a ello, desde muy pequeña he sido buena lectora (mi primer libro, cómo olvidarlo, Papelucho en la clínica), sin embargo el canon de lecturas escolares nunca fue mi fuerte… ni de lejos.

No tengo recuerdos de lecturas literarias importantes hasta la adolescencia, cuando en la efervescencia de la rebeldía me encontré con Jordi Sierra i Fabra, García Márquez, Borges y por supuesto los filósofos inolvidables… Entonces ¿qué es literatura? ¿se puede responder? ¿se puede “canonizar”?

Años después, me titulé de periodista y entonces comprendí la importancia de la lectura y, por sobre todo, de la escritura. Entendí que el mundo entero está cifrado, que el conocimiento es poder y que debiera ser democrático, que el lenguaje es la herramienta de acceso a cualquier conocimiento existente y que aquello que no se nombra muchas veces no se piensa ni existe en la vida real.

Más tarde, encontré mi vocación y estudié pedagogía. Vi a los jóvenes en su entorno y con sus pares. Hablé con ellos de sus intereses. Escuché sus miedos y felicidades. Los vi emocionarse con un texto y babear de aburrimiento con muchos otros. Escuché sus quejas contra el sistema, la escuela y mi asignatura (Lenguaje y comunicación)...

Hoy, por vicisitudes del trabajo, pero más que todo por interés de conocer un mundo hasta hoy completamente oscuro para mí, ingreso a un programa de estudios cuyo tema es el fomento de la lectura y literatura INFANTIL y juvenil… ¡¿INFANTIL Y JUVENIL?!... ¿¡INFANTIL?! ¿por qué si no sé nada de ello?

Y entonces surge la pregunta clave de esta primera entrada del blog: ¿qué es la literatura infantil? La verdad, no lo sé… pero tengo algunas ideas en la cabeza.

En primer lugar la literatura infantil, a mi entender, corresponde a los textos de carácter e intención literaria que están dirigidas (ojalá) en su totalidad a los niños y, en ese sentido, que buscan abrirles miradas a realidades desconocidas todavía para ellos, pero al mismo tiempo significar un punto de encuentro con otros que son similares o tal vez muy distintos a sí mismos.

Por otra parte, debe ser una actividad placentera, convertirse en un pasatiempos real entre muchas otras opciones y un vínculo con sus familias y amigos, ya que puede ser una actividad compartida.

Finalmente, creo desde mi absoluto desconocimiento, que debiera  ser la literatura infantil la forma de ejercitar una de las herramientas más importantes de los adultos o jóvenes para acceder al conocimiento existente y, lo que es mucho más importante, para la creación del nuevo acervo cognitivo.

Esto último lo menciono debido a que durante mis años de desempeño docente en Enseñanza Media, he podido visualizar un desencanto hacia la actividad de leer, con razones poco claras, difusas, pero que, en la mayoría de los casos se puede resolver y volver a encantar a los jóvenes con esto que a nosotros tanto nos apasiona.

La pregunta entonces es, ¿por qué reencantarlos si podemos solo encantarlos desde un principio?
Reflexionemos entonces. Este tiempo es nuestro. Hagamos lo que esté a nuestro alcance.


Y más.

presentación en sociedad...

El presente blog nace a partir de una solicitud académica y profesional, ya que surge como una instancia de reflexión personal en torno a ciertos contenidos y temas propuestos por el Diplomado de Fomento de la Lectura y Literatura Infantil y Juvenil de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

La principal idea de este espacio es registrar las ideas que surjan a partir de la lectura y conocimiento de teorías y lecturas literarias vinculadas a la infancia e, inevitablemente a partir de ello, de nuestra realidad lectora adulta personal y social. En este sentido, mi formación pedagógica guiará de alguna manera el análisis y reflexión que se plasmarán en los textos, ya que al asumir el rol de mediador lo hacemos desde una posición particular, con una visión a proyectar en las actividades que se propongan y en las posibles soluciones que se planteen a una problemática determinada.


No está demás decir que cada idea publicada se convierte en un espacio de debate en el que pueden participar todos quienes tienen algo que decir respecto de la infancia, la educación, la lectura, la literatura o alguna de las entradas en particular. Hago un llamado entonces a crear una instancia de crecimiento intelectual, profesional y, por qué no, espiritual, al compartir nuestros pensamientos y entablar una conversación que sea provechosa para todos los mediadores de la lectura infantil y, principalmente, para todos los niños de nuestro país y del mundo.